La mirada acuosa perdida en el horizonte. Los labios apretados, formando una delgada línea, sólo se abren para dejar escapar el aire que retenido en tus pulmones se deja ir de la misma manera que la conversación languidece. Tus manos se aferran al andador con la misma fuerza que tú te aferras a la vida. Sabiendo que es una batalla perdida. No hay un día que lo pases sin saber que tu esfuerzo es en vano, que la enfermedad te tiene ganada la batalla, pero no cejas en el intento de ganarle terreno, sin queja, en silencio. de rAnita nOe