Intento adaptarme a no conocer a nadie. Me refiero a no conocer a nadie realmente, no tener a nadie que me conozca. De momento. Sé que será solo por un tiempo. Pero me hace sentir trazas de soledad. De la misma soledad que sentía cuando nos conocimos. Y eso que las circunstancias eran totalmente distintas en aquel momento. Esta soledad es nueva, por falta de tiempo, porque en tres semanas no puedes conocer a nadie lo suficiente como para abrir las puertas de tu corazón. O quizás sí, pero el caso es que no ha pasado. La soledad que vivía cuando te conocí era producto precisamente de haber abierto tanto, tanto el corazón que me lo habían saqueado. Pienso mucho en ti. Siento que en el fondo la distancia no importa, pero en otros momentos me arde como si fuera fuego. La amistad no cambiará, pero me aterra perderme de todo. De todo lo que te está pasando y no estar ahí. O no ser capaz de contarte todo lo que me pasa, al menos lo importante. Me sigue admirando que fuera el momento ...