La playa, por fin. Hacía semanas que Santiago, Santi para los amigos, había deseado que llegara ese momento. Tres semanas antes estaba terminando los exámenes de la selectividad pero ahora estaba de pie frente a la playa que se encontraba cerca del chalet que utilizaban él y su familia en verano.
Hacía años que iban a veranear al mismo sitio, Pineda del Mar, y para Santi era especial porque se sentía seguro, allí podía dejar a un lado todo lo que tenía que ver con el curso y con su vivienda real, en Barcelona. No es que no le gustara Barcelona, lo que ocurría era que allí no podía encontrar tranquilidad.
Hacía solo una hora que habían llegado al chalet y Santi se había dado muchísima prisa en deshacer sus maletas y dejarlo todo visiblemente ordenado para que si su madre entraba a la habitación no se enfadara. En cuanto terminó bajó corriendo a la playa, tenía muchas ganas de volver a pisar la arena y de bañarse otra vez en el mar. Tiró la toalla en la arena y corrió hacia el agua. Se tiró de cabeza y al salir dejó que su cuerpo flotara boca arriba sobre el agua y cerró los ojos. De repente sintió que el agua se movía debajo de él, se incorporó al instante y vio, un poco asustado, una sombra que pasaba con sigilo a su lado. No sabía que hacer y en ese momento una figura humana salió del agua. Santi, sorprendido, dio un paso atrás. La luz del sol le impedía ver con claridad de quién se trataba. La figura se sumergió otra vez en el agua. Santi intentó seguirla y la figura salió otra vez del agua, pero del otro lado. Ahora Santi le daba la espalda al sol y pudo ver de que se trataba, mejor dicho, de quién se trataba. Era una chica de cabellos negros, largos hasta su cintura, de piel bronceada y de estatura más bien alta. Sonreía. Santi estaba tan sorprendido que apenas pudo abrir la boca para pronunciar un simple -Hola-.
La muchacha empezó a salir de agua y Santi caminó detrás de ella. Llegaron a la arena y Santi cogió su toalla mientras veía que ella se tumbaba boca abajo en la arena. Fue hacia ella y extendió su toalla en frente, se tumbó y se quedó mirando su figura. En ese momento ella se apoyó sobre sus codos y también se le quedó mirando. Entonces respondió al saludo que antes le había dirigido Santi -Hola-.
Santi extrañado preguntó - ¿Quién eres? y ella con una sonrisa maliciosa contestó -Soy la reina de los mares-. Santi se echó a reir ante aquella respuesta y siguió hablando -No, en serio, ¿cómo te llamas?- la muchacha se dió vuelta y se tumbó boca abajo mientras decía -Me llamo Natalia y no se te ocurra llamarme Nati, no te contestaré, por cierto, ¿cómo te llamas tú? Santi se levantó y se tumbó a su lado sin la toalla y dijo -Santiago, me llamo Santiago y si puedes llamarme Santi, te contestaré.- Llegado este punto siguieron hablando bajo el sol, hablaron de muchos temas, se hicieron amigos, se bañaron en el mar y jugaron en la arena. Natalia no le dijo a Santi de donde era ni donde vivía y Santi se quedó muy extrañado cuando Natalia vio a alguien que bajaba la escalinata y dijo que se tenía que marchar. Santi intentó que no lo hiciera diciendo -Tranquila, es solo mi hermano pequeño, no te molestará-. Pero ella casi sin escuchar se levantó y se acercó hasta la orilla. Santi fue trás ella y mientras ella se metía poco a poco en el agua le preguntó -¿Cuándo volveré a verte Natalia?- Ella se giró y dijo -Yo te buscaré.-
Bueno, esta es la primera mitad del cuento, que se me está haciendo largo de transcribir!
Por cierto, en el examen he sacado un 7.
de rAnita nOe
Hacía años que iban a veranear al mismo sitio, Pineda del Mar, y para Santi era especial porque se sentía seguro, allí podía dejar a un lado todo lo que tenía que ver con el curso y con su vivienda real, en Barcelona. No es que no le gustara Barcelona, lo que ocurría era que allí no podía encontrar tranquilidad.
Hacía solo una hora que habían llegado al chalet y Santi se había dado muchísima prisa en deshacer sus maletas y dejarlo todo visiblemente ordenado para que si su madre entraba a la habitación no se enfadara. En cuanto terminó bajó corriendo a la playa, tenía muchas ganas de volver a pisar la arena y de bañarse otra vez en el mar. Tiró la toalla en la arena y corrió hacia el agua. Se tiró de cabeza y al salir dejó que su cuerpo flotara boca arriba sobre el agua y cerró los ojos. De repente sintió que el agua se movía debajo de él, se incorporó al instante y vio, un poco asustado, una sombra que pasaba con sigilo a su lado. No sabía que hacer y en ese momento una figura humana salió del agua. Santi, sorprendido, dio un paso atrás. La luz del sol le impedía ver con claridad de quién se trataba. La figura se sumergió otra vez en el agua. Santi intentó seguirla y la figura salió otra vez del agua, pero del otro lado. Ahora Santi le daba la espalda al sol y pudo ver de que se trataba, mejor dicho, de quién se trataba. Era una chica de cabellos negros, largos hasta su cintura, de piel bronceada y de estatura más bien alta. Sonreía. Santi estaba tan sorprendido que apenas pudo abrir la boca para pronunciar un simple -Hola-.
La muchacha empezó a salir de agua y Santi caminó detrás de ella. Llegaron a la arena y Santi cogió su toalla mientras veía que ella se tumbaba boca abajo en la arena. Fue hacia ella y extendió su toalla en frente, se tumbó y se quedó mirando su figura. En ese momento ella se apoyó sobre sus codos y también se le quedó mirando. Entonces respondió al saludo que antes le había dirigido Santi -Hola-.
Santi extrañado preguntó - ¿Quién eres? y ella con una sonrisa maliciosa contestó -Soy la reina de los mares-. Santi se echó a reir ante aquella respuesta y siguió hablando -No, en serio, ¿cómo te llamas?- la muchacha se dió vuelta y se tumbó boca abajo mientras decía -Me llamo Natalia y no se te ocurra llamarme Nati, no te contestaré, por cierto, ¿cómo te llamas tú? Santi se levantó y se tumbó a su lado sin la toalla y dijo -Santiago, me llamo Santiago y si puedes llamarme Santi, te contestaré.- Llegado este punto siguieron hablando bajo el sol, hablaron de muchos temas, se hicieron amigos, se bañaron en el mar y jugaron en la arena. Natalia no le dijo a Santi de donde era ni donde vivía y Santi se quedó muy extrañado cuando Natalia vio a alguien que bajaba la escalinata y dijo que se tenía que marchar. Santi intentó que no lo hiciera diciendo -Tranquila, es solo mi hermano pequeño, no te molestará-. Pero ella casi sin escuchar se levantó y se acercó hasta la orilla. Santi fue trás ella y mientras ella se metía poco a poco en el agua le preguntó -¿Cuándo volveré a verte Natalia?- Ella se giró y dijo -Yo te buscaré.-
Bueno, esta es la primera mitad del cuento, que se me está haciendo largo de transcribir!
Por cierto, en el examen he sacado un 7.
de rAnita nOe
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Por cierto ya te contesté al mail!