Miedos.
Nos los hemos contado. Y nos siguen aterrando.
Dicen que las penas, si se comparten, son menos penas. Los miedos no.
Los miedos siguen igual, respirándote en la nuca. Los miedos son personales.
Propios, cultivados en años de incertidumbre y crispación.
Nos hemos pasado tanto tiempo haciendo como si nada pasara que ahora somos incapaces de esconder el pequeño temblor de pronunciar nuestros temores en voz alta. En susurros, al vaciar nuestros pulmones de un aire viciado de sobresalto.
A mi me da miedo lo que no me dices. Lo que sé que piensas pero que se queda incrustado entre las telarañas tejidas por tus terrores, antiguos como tu existencia. Lo que las teclas que acarician tus dedos nunca escribirán.
Me da miedo no encontrar la salida de la cueva. Y que nos dejemos cubrir por los recelos y la desconfianza.
Aunque bien podría ser sólo el mero fruto de la cobardía.
de rAnita nOe
Nos los hemos contado. Y nos siguen aterrando.
Dicen que las penas, si se comparten, son menos penas. Los miedos no.
Los miedos siguen igual, respirándote en la nuca. Los miedos son personales.
Propios, cultivados en años de incertidumbre y crispación.
Nos hemos pasado tanto tiempo haciendo como si nada pasara que ahora somos incapaces de esconder el pequeño temblor de pronunciar nuestros temores en voz alta. En susurros, al vaciar nuestros pulmones de un aire viciado de sobresalto.
A mi me da miedo lo que no me dices. Lo que sé que piensas pero que se queda incrustado entre las telarañas tejidas por tus terrores, antiguos como tu existencia. Lo que las teclas que acarician tus dedos nunca escribirán.
Me da miedo no encontrar la salida de la cueva. Y que nos dejemos cubrir por los recelos y la desconfianza.
Aunque bien podría ser sólo el mero fruto de la cobardía.
de rAnita nOe
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