Me cuestiono a mi misma, miro hacia atrás y no sé en qué lugar perdí el paso, el ritmo y hasta la respiración. Hay pocas cosas claras, demasiadas cosas pendientes en mi vida, sin solución aparente o, por lo menos, sin posibilidad de arreglo a corto plazo. Pero sé que no quiero volver atrás. No quiero. No puedo. Estoy en medio de la marea, puedo ver como el oleaje de la vida cambia el dibujo de mi playa, puedo sentir como la corriente saca arena de algunos puntos y la acumula en otros. Y aunque sigo siendo arena y agua, cambio, cada día. No quiero volver atrás. No quiero. No debo. Me resisto a empezar la conversación siempre. Me resisto porque no quiero ser yo la que te busque. Las amistades son de dos. O eso dicen los que saben. Y aunque al hablar sienta que caminamos sobre cáscaras de huevo, no quiero volver a las viejas costumbres. Me resultaría demasiado fácil ser yo la qué te busque, ser yo la que te hable, ser yo la que esté pendiente....