Me cuestiono a mi misma, miro hacia atrás y no sé en qué lugar perdí el paso, el ritmo y hasta la respiración.
Hay pocas cosas claras, demasiadas cosas pendientes en mi vida, sin solución aparente o, por lo menos, sin posibilidad de arreglo a corto plazo.
Pero sé que no quiero volver atrás. No quiero. No puedo.
Estoy en medio de la marea, puedo ver como el oleaje de la vida cambia el dibujo de mi playa, puedo sentir como la corriente saca arena de algunos puntos y la acumula en otros. Y aunque sigo siendo arena y agua, cambio, cada día. No quiero volver atrás. No quiero. No debo.
Me resisto a empezar la conversación siempre.
Me resisto porque no quiero ser yo la que te busque. Las amistades son de dos.
O eso dicen los que saben.
Y aunque al hablar sienta que caminamos sobre cáscaras de huevo, no quiero volver a las viejas costumbres. Me resultaría demasiado fácil ser yo la qué te busque, ser yo la que te hable, ser yo la que esté pendiente.
Una vez alguien me dijo que soy la única persona que conoce con la capacidad de amar sin esperar nada a cambio. Estoy intentando cambiarlo. Porque me he dado cuenta de que a la larga duele.
O soy yo que me dedico a querer a las personas equivocadas.
Me gustaría que alguien se dedicara a quererme a mi, a buscarme, que me hable y esté pendiente de mi.
Y quizás esto sale en el momento equivocado, y sale contigo, aunque las situaciones que lo provocan no tengan mucha relación con tu persona.
Pero sigo resistiéndome. Si vamos a ser amigos, que sea una amistad de dos.
de rAnita nOe
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