Siempre me gusto leer, el hacerlo tanto provocó en mi las ganas de escribir. Con 12 años empecé un cuento, una historia de aventuras, cuando la deje (sin terminar) tenía 41 hojas de cuaderno por las dos carillas. Con el tiempo y los traslados de casa, desapareció en combate.
Hace 6 años, cuando tenía 14, escribí un cuento, mucho más corto, pero este lo acabe. Por esos tiempos estaba yo en tratos con un buen amigo, la situación era así, yo le enseñaba a cocinar (para que veas tres, que no eres la única que no sabe cocinar) y el, escritor, me enseñaba a escribir, más que a escribir (me enseñaron bien en el colegio) a sacar las cosas de mi cabeza de manera que tubieran algo de sentido.
El cuento que he encontrado esta mañana (también lo daba por perdido) fue el primero y el único que me corrigió, lleno de faltas de ortografía y más bien escaso de puntos y comas.
Después de leerlo y guardarlo en un sitio seguro me he puesto a recordar. Las letras de los libros han sido mi consuelo, mi felicidad y mis lágrimas. Leo sola, en clase, en el coche, en el avión, en una sala de espera, en el metro. Me meto en la historia y me olvido donde estoy. Como nos contó bito en una ocasión, soy especialista en evitar los choques al ir leyendo mientras camino por la calle.
He decidido que no hay nada mejor que un libro.
Ademas son una buena inversión! jeje..
Otro día os contaré la anecdota de la biblioteca.
de rAnita nOe
Hace 6 años, cuando tenía 14, escribí un cuento, mucho más corto, pero este lo acabe. Por esos tiempos estaba yo en tratos con un buen amigo, la situación era así, yo le enseñaba a cocinar (para que veas tres, que no eres la única que no sabe cocinar) y el, escritor, me enseñaba a escribir, más que a escribir (me enseñaron bien en el colegio) a sacar las cosas de mi cabeza de manera que tubieran algo de sentido.
El cuento que he encontrado esta mañana (también lo daba por perdido) fue el primero y el único que me corrigió, lleno de faltas de ortografía y más bien escaso de puntos y comas.
Después de leerlo y guardarlo en un sitio seguro me he puesto a recordar. Las letras de los libros han sido mi consuelo, mi felicidad y mis lágrimas. Leo sola, en clase, en el coche, en el avión, en una sala de espera, en el metro. Me meto en la historia y me olvido donde estoy. Como nos contó bito en una ocasión, soy especialista en evitar los choques al ir leyendo mientras camino por la calle.
He decidido que no hay nada mejor que un libro.
Ademas son una buena inversión! jeje..
Otro día os contaré la anecdota de la biblioteca.
de rAnita nOe
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mauro