Sobre un lienzo nuevo imaginaba el artista mil escenas. De la nada blanca los colores creaban en su mente las historias de amor más apasionadas, los duelos a espada más sangrientos y las caras de las muchachas más bellas. La tela inmaculada se imponía inmensa y descolorida mientras nuestro artista pinceles y pigmentos removía. ¿Qué será ésta vez lo que quede inmortalizado sobre la blancura? Acaso algún paisaje dónde el espectador pueda perderse con los años en algún museo polvoriento, acaso una escena familiar que lo arrastre a la más tierna infancia. Sea como fuere dejará su marca y cuando ni el pintor ni los pinceles estén ya, quedará su obra en la posteridad.
de rAnita nOe
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