Me sobran o me faltan las palabras y no parece haber un número adecuado de ellas para decir todo lo que pienso. O lo que no pienso.
La distancia me apuñala la sonrisa, por la espalda. Y echarte de menos se vuelve una costumbre a la que no me quiero acostumbrar.
El otoño está llegando y me sumerjo en una especie de letargo de recuerdos con el que intento no enloquecer, porque más no se puede hacer. Ya te echo de menos. Y es como si alguien que no soy yo estuviera jugando una partida de ajedrez con las fichas blancas, que son las mías.
En mis ojos se acumulan los recuerdos que me diste, los que compartimos y que van cobrando un aire dorado a medida que pasa el tiempo.
...y en la distancia muero, día a día, sin saberlo tú...
de rAnita nOe
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