Muchas veces en la vida tenemos que pasar por situaciones que nos llevan al límite.
Al límite de nuestras fueras.
Al límite de nuestras ganas.
Al límite de nuestra paciencia.
Al límite de la cordura.
Al límite.
Miro atrás y me doy cuenta de que en esas ocasiones, como en la actual, siempre hubo un momento en el que me parecía no poder resistir más. Ni un minuto. Arrastro pena que disfrazo de espera y los días se hacen caminos interminables. Quiero que las cosas cambien pero es como estar atada de pies y manos. Paciencia, no puedo tener más. Me consume la espera.
Y sin embargo se que cuando pase el tiempo miraré hacia atrás para verme pasar por esto y pensaré "no era para tanto". O quizás pensaré "sí que lo pasaste mal, pero lo superaste". Es cuestión de seguir. ¿no?
Será que por eso me parece que tengo menos aguante, o que me cuesta más dar sin que me importe cuánto y a quién.
Será por eso que intento ponerme en modo AUTO. Auto-cuidarme. Auto-mimarme. Auto-tenerme paciencia. No funciona todos los días.
Se me parte el corazón con la distancia. Una de mis mejores amigas en Argentina se casará el año que viene y me ha pedido que vaya. Ella no sabe lo feliz que me haría poder ir. Pero una vez más, sigo esperando. Respuestas, papeles, números. Es desesperante sentirse inútil. Inútil ante la espera que ya desespera. ¿Quizás si fuera una espera Auto-impuesta lo llevaría mejor?
Respira. Aguanta. Algún día se tendrá que acabar.
de rAnita nOe
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