La mirada perdida. Las manos caídas. El frío en la nuca.
Las gotas de lluvia golpeaban el cristal, el paisaje borroso se desvanecía en la niebla. Tampoco es que le estuviera prestando mucha atención. Los postes telefónicos se sucedían incansables, igual que sus lágrimas. El tren paró en varias estaciones antes de llegar a su destino. Con la maleta en una mano, demasiado pesada para el motivo del viaje, bajó las escaleras del túnel que conectaba el andén con la estación de tren. Caminaba sin prisa, sin ganas de llegar a casa. Esta vez no.
La lluvia se confundía con las lágrimas en su cara. Y no quería llegar.
de rAnita nOe
Las gotas de lluvia golpeaban el cristal, el paisaje borroso se desvanecía en la niebla. Tampoco es que le estuviera prestando mucha atención. Los postes telefónicos se sucedían incansables, igual que sus lágrimas. El tren paró en varias estaciones antes de llegar a su destino. Con la maleta en una mano, demasiado pesada para el motivo del viaje, bajó las escaleras del túnel que conectaba el andén con la estación de tren. Caminaba sin prisa, sin ganas de llegar a casa. Esta vez no.
La lluvia se confundía con las lágrimas en su cara. Y no quería llegar.
de rAnita nOe
Comentarios
Pirilón