A la mañana siguiente Ágata se estaba preparando para ir a trabajar cuando recibió una llamada de la tienda en la que la felicitaban por haber sido la ganadora del sorteo de las vacaciones de verano. Eso significaba que tenía libres las dos próximas semanas y de nada sirvió que ella dijera que no había puesto ninguno de los boletos en la urna, resultó que una de sus amigas del trabajo lo había puesto por ella. Solo tenía que pasar por la tienda para hacerse la foto de rigor y recibir el cheque de regalo.
Durante el desayuno se lo contó a Nerea y a esta se le iluminó la mirada. -Eso es genial, Ágata, ahora podrás ayudarme.- Ella la miró con asombro -¿Ayudarte?- dijo. -Sí, ahora que no tienes que ir a trabajar puedes acompañar a Hugo. Yo tengo que trabajar y él necesita que alguien le enseñe un poco la ciudad-
Todavía sin poder entender como había ocurrido Ágata salió de casa acompañada de Hugo, al que le parecía estupendo tener a alguien que le enseñara la ciudad.
Después de pasar por la tienda decidieron salir a pasear por el centro para que Hugo pudiera hacer unas fotos, según le explicó a su acompañante trabajaba para una revista de actualidad y tenía entre manos un reportaje sobre el verano de Vigeland.
Al cabo de unas horas dando vueltas y sacando fotos volvieron a casa para comer y Hugo aprovechó para descargar las fotos en su portátil y elegir algunas de ellas. Ágata eligió un libro y se arrellanó en el sofá con la intención de acabarlo.
Horas más tarde apareció Hugo con la bolsa de la cámara al hombro y la invitó a que salieran a hacer más fotos, esta vez de la vida nocturna de Vigeland.
de rAnita nOe
Durante el desayuno se lo contó a Nerea y a esta se le iluminó la mirada. -Eso es genial, Ágata, ahora podrás ayudarme.- Ella la miró con asombro -¿Ayudarte?- dijo. -Sí, ahora que no tienes que ir a trabajar puedes acompañar a Hugo. Yo tengo que trabajar y él necesita que alguien le enseñe un poco la ciudad-
Todavía sin poder entender como había ocurrido Ágata salió de casa acompañada de Hugo, al que le parecía estupendo tener a alguien que le enseñara la ciudad.
Después de pasar por la tienda decidieron salir a pasear por el centro para que Hugo pudiera hacer unas fotos, según le explicó a su acompañante trabajaba para una revista de actualidad y tenía entre manos un reportaje sobre el verano de Vigeland.
Al cabo de unas horas dando vueltas y sacando fotos volvieron a casa para comer y Hugo aprovechó para descargar las fotos en su portátil y elegir algunas de ellas. Ágata eligió un libro y se arrellanó en el sofá con la intención de acabarlo.
Horas más tarde apareció Hugo con la bolsa de la cámara al hombro y la invitó a que salieran a hacer más fotos, esta vez de la vida nocturna de Vigeland.
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