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recupernadO III

Se dio un poco de tiempo para recuperar el aliento después de ver el retrato. Salió decididamente de la galería sin intentar despedirse de Loren, sabía que era en vano. Se acerco a la parada de autobús y maldijo cada segundo que pasaba sin que llegara. El tiempo parecía estar acelerado, pasaban los minutos como si el viento los arrastrara llevándose con él no solo el tiempo, sino también a ella. El autobús no llegaba y él no podía perder más tiempo. Corrió hacia la parada de taxis y se precipitó al interior del primero que vio libre. Atropelladamente y sin aliento le dicto la dirección al sorprendido taxista y se quedó hundido en el asiento con la mirada y el pensamiento perdidos en alguna parte de la ventanilla.

Había llegado uno de los momentos decisivos en la lucha por encontrarla, si no lograba que el autor del retrato lo atendiera habría perdido cualquier oportunidad de reencontrarse con ella.

-Dígale al señor Gil que necesito hablar con él- más que una petición resultó una orden. La secretaria se dio el tiempo de pestañear mientras carraspeaba para después decirle amablemente pero con dureza que el señor Gil no lo atendería sin cita previa. Sin darle tiempo a bajar la mirada volvió a hablarle. -Dígale que vengo por.. por nadie, dígale que solo esta palabra “Dandelion”, yo lo esperaré aquí-. Cinco minutos después la secretaria, consternada, le hacía pasar a una sala de reuniones vacía.
No pasó mucho tiempo antes de que escuchara la puerta abrirse pero aun así no dejó de mirar por la ventana. Sus dedos jugaban con el colgante que ella le había regalado tiempo atrás mientras sus pensamientos jugaban con la idea de encontrarla. La voz de Alberto lo trajo de vuelta a la realidad. -Hola Pedro-. Se dio la vuelta para quedar enfrentado al pintor, que no lo parecía. Pulcramente vestido y arreglado parecía salido de una revista de negocios, lo único que lo delataba eran los rastros de pintura que se veían en las suelas de los zapatos.
–Tengo que decirte que te estaba esperando, sabía que tarde o temprano vendrías a verme, pero lamento decirte que no se donde está.-
Pedro pensó detenidamente las próximas palabras.
–Tienes que decirme donde está, no puedo dejar que se vaya sin saber la razón.- Intentó que la desesperación no se reflejara en su voz, pero no lo consiguió. Algo cambió en los ojos de Alberto, Pedro creyó ver un rastro de tristeza. Lentamente se acerco a la mesa que reinaba en el centro de la sala y se sentó en una de las sillas, esperó unos instantes a que Pedro hiciera lo mismo, pero viendo que pretendía seguir de pie se arrellano en el asiento y comenzó a hablar en voz queda, casi un susurro.
-No puedo decirte donde está… no me mires así. Es cierto que se hacia donde viaja, pero le prometí que no te lo diría.- Calló, pero en su rostro se podía contemplar el resultado de la lucha interna que sufría. Con voz suave volvió a hablar, esta vez con la mirada perdida, como si estuviera rememorando sus recuerdos en soledad.
- Cuando supe lo que le pasaba quise ayudarla, pero me rechazó. Me dijo que no aceptaría nada que ella misma no pudiera corresponder. Pensó que la quería ayudar para obligarla a quedarse conmigo, pero cuando le dije que no era necesario siguió sin aceptar mi ayuda. Además me dijo que no quería quedarse en la ciudad, por lo que sé ha renunciado a su trabajo en la galería y también ha puesto en alquiler su piso.-
La voz de Pedro interrumpió su monólogo. – Alberto, dime donde está-
- Sabes que le prometí que no lo haría, no la voy a traicionar. Además ¿por qué crees que te diría justo a ti donde se ha ido?
- Porque la quieres tanto como yo y aunque no sé el porque de todo esto si entiendo que no debe estar sola-
Los ojos de Alberto se oscurecieron y sus labios se curvaron en un gesto triste. – Eres más valiente que yo, Pedro. Tienes razón al decir que la quiero, es más, no se que voy a hacer ahora que se ha ido, pero tampoco me atrevería a ir tras ella. No podría dejarlo todo para seguirla.- El brillo de las lágrimas inundó su mirada. – Solo puedo decirte que se ha ido hacia el norte, para no volver.- Dicho esto se levantó de la silla, se acercó a la puerta y cuando estaba por salir dijo –Espero que la encuentres. Adiós.-


para hacerlo más interesante pongo solo una parte de lo que ya tengo escrito, hasta aquí 765 palabras.. para terminar la historia pasaré las 1200..
besos

de rAnita nOe

Comentarios

Alvaro Bode ha dicho que…
Interesante, interesante... anhelo el final ;)

Un besin!
Martini ha dicho que…
Pues si que le vas a dar juego!!!!!!!!!!!!!!!

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