Estoy en mi burbuja, aquí parece que todo lo demás no existe, o que falta mucho para tener que enfrentarse a ello. Me dejo llevar por los días, que pasan con calma sin más apuro que el pasar las páginas del libro que llevo entre manos. Y es que estar en casa de mi abuela me vuelve vaga. No es que no haga cosas, las hago, pero sin estrés, sin prisas, sin ansias. Y eso me hacía falta, porque ya bastante he pasado durante el año, y más que me tocará cuando vuelva a Argentina. Pero eso ahora, y aquí, no importa. Tengo algunas cosas en la cabeza, pero las aparto de mis pensamientos de la misma manera que me sacudo la arena, de la playa, de los pies. No es el momento, ni el lugar de pensar en ellas. El recuerdo de los amigos me asalta en algunos momentos, los echo de menos, pero nunca he compartido Areas (así se llama el lugar donde vive mi abuela) con nadie, aparte de mi familia, así que es un lugar muy especial, sólo mío. Mi refugio, aunque venga una vez al año. Nunca he ido a París, y aun...